Imaginemos
por un momento una isla perdida en un lago, a 3950 metros sobre el nivel del
mar, que conserva todavía las tradiciones más ancestrales de un pueblo, sus
costumbres lejos de la modernidad del continente y envuelta en un microclima
único… ¡Bienvenidos a la isla de Taquile en el Lago
Titicaca!
Los orígenes de Taquile, una isla auténtica de Perú
Atravesamos su cota más alta (¡!4.050 metros sobre el
nivel del mar!!) y comenzamos un pronunciado descenso por el lado contrario al
que llegamos a la isla Taquile. Dejamos a los lados ovejas, vacas, pollos y
raramente algún perro, con el estricto permiso de la comunidad que lo autoriza,
aunque son sus vestigios de la época pre-incaica los que llaman nuestra
atención. Estamos en una isla que conserva mejor que ninguna los orígenes de
una cultura que fue una de las últimas localidades de Perú en
caer ante los españoles
Desembarcar en uno de sus
arcaicos muelles y ascender casi sin oxígeno por las empinadas rampas que
llevan hasta su Plaza Principal nos da la primera visión parcial de lo que nos
vamos a encontrar. Estamos en Intika (nombre quechua de la isla de
Taquile), rodeados de un hermoso azul intenso que alguno compara con
el propio Mediterráneo, en una especie de burbuja climática favorable para la
agricultura.
Taquile es muy diferente de las
islas flotantes de los Uros, principal atracción turística del Lago
Titicaca y mucho más artificial. La antigua sociedad aquí regula su
propio modelo de Turismo innovador, ofreciendo incluso alojamiento en casas
locales, y mantiene su filosofía de trabajo colectivo del código moral Inca,
permitiendo apenas a 40.000 visitantes conocerla cada año.
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