domingo, 11 de octubre de 2015

felipe
                                    LA COLONIZACIÓN SALVAJE
Los indios, victimas  del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les niega el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el genocidio de los indios que  fueron ejecutados era una naturalización  en nombre de Dios de los cielos. 


El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar. Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental, porque no hablaba correctamente la lengua castellana.
En Paraguay hablan Guarini. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime.
El quechua es un idioma milenario hablado por 10 millones de personas en América, unos 4 millones en el Perú. De cada dos peruanos, uno es indio, y la constitución del Perú en su Art.48 dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español, sin embargo esta realidad no se oye. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas primarias, secundarias y entidades universitarias, y es el único que entienden los jueces, policías y funcionarios.
Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse, ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?
Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explicaba que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria. La América precolombina era vasta, diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo entender y que el mundo ignora todavía.


Sería incongruente no relacionar las experiencias y procesos de liberación nacional y regional que históricamente se han producido en América Latina con los orígenes de nuestro sometimiento imperialista. Sería casi absurdo no concebir la pertenencia y persistencia de nuestras revoluciones a la resistencia americana de los pueblos originarios y de las clases populares frente al sometimiento y colonización de la barbarie y el salvajismo colonial. En la era de la globalización mundial, aún resurgen desde las entrañas de América Latina las figuras de Tupac Amaru, Yupanqui, o el Che Guevara. La historia misma de nuestros pueblos encarna una larga lucha que siempre es retomada para proseguir los intentos de emancipación, no está de más entonces volver sobre el pasado para conocer más a fondo el contenido de muchas de las realidades que hoy se sobrevienen en América Latina. Pero para eso, para reconocer el carácter histórico y social de nuestra América Criolla, no sólo hay que remitirse a aquellas experiencias independentistas del siglo XIX, sino más aún, es indispensable retornar y traer a la memoria nuestra América Indígena usurpada que hasta el día de hoy sigue resistiendo la desdicha de aquella colonización salvaje del 12 de octubre de 1492.

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